Dias 16, 17 y 18 Arequipa y Fin

Llegamos a Arequipa ya de tarde, con el sol poniéndose y el fresquito incipiente. Es una ciudad preciosa. El clima de invierno es muy suave, con dias calurosos y noches que refrescan pero sin llegar a necesitar mas de un jerselito o chaqueta.

Nosotros estamos en el centro histórico. Para los ultimos días del viaje no queríamos estar moviendonos tanto como los días anteriores. Queríamos dormir hasta mas tarde de las 6 o 7 de la mañana, desayunar tranquilos y volver remolones a echarnos la siesta mañanera del cordero. Lo logramos a la primera. El dia 16 de viaje amaneció para nosotros a las 8 de la mañana, casi en el limite de horario del desayuno del hotel. Aunque pinchamos claramente con la elección de “La mansion del Sol”. 

Las fotos y localización nos engañaron completamente, y la ausencia de agua caliente para ducharnos el primer día, junto con un deasyuno lamentable y el olor a cloaca del baño de la segunda habitación en la que nos pusieron no iban a poder amargarnos el fin de viaje.

Salimos a dar una vuelta. La plaza de Armas con sus soportales y arcos nos recordaban a la plaza mayor de Madrid, aunque nosotros no tenemos unas vistas de volcanes nevados al fondo. Visitamos la catedral, con entrada descuento a precio de estudiante, y eso que ni siquiera lo pedimos. 

Nos debió ver jovencitos. Nos unimos a un tour con una guía que nos llevó por los museos de la catedral y sobre todo, lo mas espectacular, la subida al tejado de la catedral, con estupendas vistas a la plaza de Armas y a los volcanes que rodean la ciudad de Arequipa.

Al día siguiente teníamos previsto visitar a la familia de Myriam que vive en Arequipa. Quedamos, como no, en la feria gastronomica junto al palacio municipal de congresos. Un batallón de gente se afanaba en buscar hueco entre las innumerables mesas, que se encontraban cubiertas en una carpa, flanqueadas por un escenario en uno de los lados, con musica en directo, y por el resto de lados por stands de comida en los que servían Chancho al pincho, caja China, Arroz con pato, Pastel de papa, rocoto relleno, e infinidad de otros manjares de la cocina peruana, regados por cerveza arequipeña y cusqueña a discreccion.

Conversación amena, risas, charlas y antes de darnos cuenta, la noche y otro día mas en arequipa, con la promesa de continuar al día siguiente, pero ya en casa de la familia.

Amanecimos el tercer día arequipeño, otra vez casi al alba. No somos capaces de permanecer mas alla de las 7 de la mañana, asi que aprovechamos para ir de visita al convento de Santa Catalina. Aunque más que convento parece una ciudad dentro de otra. Las salas comunes de oracion, comedores y demas estancias, rodean las “celdas” en las que vivían antiguamente las novicias. Las nuevas se encuentran tambien alli, pero en otro pabellón, y al ser de clausura, obviamente no te dejan entrar a verlas. 

Las antiguas sorprenden por su lujo (para la epoca) y amplitud. Parecen más apartamentos o minicasas que celdas de recogimiento. Segun oimos a una de las guias, las novicias solían ser de familias pudientes. Muchas de ellas llevaban su propio personal de servicio, sus propios muebles ingleses, porcelana austriaca... en fin. Todas las celdas con cocina independiente, baño con WC, y lavadora. Grandes lujos para el siglo XVIII.

Despues de la mañana de paseo y turismo nos fuimos a comer a casa un exquisito Chupe de Camarones a casa de nuestra family. Al mas puro estilo español, la comida terminó a eso de las 8 de la tarde, cuando ya entrada la noche, empezamos a ver que teníamos que hacer la maleta para volver a España y estabamos tan agusto que nos hubieramos quedado una semana mas al menos.

Ha sido un viaje excelente. Un descubrimiento en terminos gastronomicos y un placer para la vista cada uno de los bellos paisajes que hay en cualquier rincon del Perú. Personalmente ha supuesto cumplir con varios sueños, visitando las lineas de Nazca, Machu Pichu, Tiwanacu, Puma Punku o el candelabro de Paracas.

Volveremos. Seguro. Sólo falta poner de nuevo una fecha.

Hasta el siguiente viaje.